Un viaje siempre es una aventura.
Da igual que sea a la otra punta de la provincia, del país, o del mundo, porque el simple hecho de salir de casa ya es toda una victoria sobre esas rutinas nuestras con tendencia a enquistarse.
Estar donde siempre, haciendo lo de siempre está bien. Pero acaba haciendo que las raíces que a todos nos crecen en las plantes de los pies se aferren con demasiada terquedad al suelo y, así, movernos cada vez cuesta más.
Por eso intento moverme de vez en cuando. Procuro sacudirme la pereza de encima y asomar la nariz al exterior de mi cueva de escritora.
Así que este fin de semana nos hemos ido a pasar un par de noches fuera, sin planes ni nada decidido. Solos los tres: Luis, Kira y yo. Con el único propósito de hacer algo diferente.
El destino elegido fue la provincia de Segovia. Y acordamos hacer el viaje sin hoteles ni nada que nos coartara esa sensación de libertad que andábamos buscando. Solo con una tienda de campaña de esas que lanzas al aire y se montan solas, y una neverita de playa con la comida y otra con la bebida. Suena bien, ¿verdad? ¿O tal vez un poco temerario?
Pues os diré que ha sido una experiencia increíble. Me he sentido como una niña en el día de Reyes. Cada lugar por el que pasábamos, cada pueblo por descubrir, cada rincón donde montar nuestra pequeña casa ambulante... era una nueva y fabulosa emoción.
Pero claro, todo yin tiene su yan, todo lo que sube, baja; toda cara tiene su cruz... En fin, que han habido muchas cosas buenas, pero también otras que no lo han sido tanto.
Así que hoy quiero compartir contigo mi lista de cosas OK y cosas KO de este tipo de viaje improvisado. A ver qué te parece...
Las 5 mejores cosas de nuestro viaje han sido:
1) Llegar a un sitio de noche, y no descubrir lo bonito que es hasta el día siguiente con la luz de la mañana.
2) ¡Ver por primera vez cigüeñas! Además de águilas, un buitre y una lechuza.
3) Beber té tibio del termo mirando las estrellas y envuelta en una manta cual kebab porque hace un frío delicioso.
4) Hacer pis entre los pinos, con prisas para que nadie se encuentre con un culo al aire. Y ducharme con un cubo y la toalla tendida de una rama a modo de cortinilla.
5) La sensación de libertad que da poder decidir qué quieres hacer, sin pensar en nada más que en lo que te apetece de verdad. Y darme cuenta de lo poco que necesito en realidad para vivir y ser feliz.
Las 5 peores cosas de nuestro viaje han sido:
1) Que por muy lejos que vayamos, siempre hay gente poco respetuosa que deja suciedad o hace ruido sin importarle el resto del mundo.
2) No poder sentarme en la tienda de campaña sin que el techo me tocara la cabeza.
3) El olor a cochinillo asado que inunda las calles de Pedraza.
4) Las cosas que me he perdido por ir atenta a la carretera mientras conducía. Y lo mal que canto las canciones de la radio, aunque eso no es impedimento para que las siga cantando.
5) Que el viaje se haya terminado tan pronto.
Como puedes comprobar, la lista de pros supera con creces a la de contras. Por lo menos para mí, lo hace.
De todas formas, lo verdaderamente importante es viajar, y no tanto cómo hacerlo.
Así que aprovecho para animarte a que en cuanto tengas posibilidad lo hagas, sin importar a dónde ni cuánto tiempo, ni si es organizado o improvisado. Pero hazlo :-)