No he podido evitar comparar las fases de esta desescalada con las de la escritura y redactar una especie de manual que bien podría llamarse Fases para escribir una novela (y no morir en el intento).
Te adelanto que he pasado por todas y cada una de ellas.
Y he sobrevivido.
Fase 0: La de la emoción.
¡Oh, tengo una idea maravillosa para un libro! Pero como una idea es solo eso, me paso los siguientes días, semanas, e incluso meses anotando detalles de los personajes, de las tramas, buscando documentación, haciendo escaletas y soñando despierta.
Fase 1: La de sobrevive como puedas.
Cuando mi cabeza está apunto de estallar y en mi mesa no cabe ni un solo papel más, sé que es el momento de empezar a escribir. Al principio me cuesta un poco, pero llega un momento en que los personajes cogen las riendas y tengo que teclear muy rápido para no perder lo que me van dictando al oído. Ellos no son de carne y hueso, así que no comen ni duermen, y les da igual que yo sí. Me despiertan de noche, me sacan de la ducha, me quitan el hambre... ellos mandan y yo obedezco. Es agotador.
Fase 2: La de las migrañas.
Por fin tengo un borrador entre las manos. También tengo ojeras y un par de kilos menos, pero eso es de culpa de la fase anterior. Ahora toca poner la novela bonita, hacer que todo reluzca. Es decir: revisar, revisar y volver a revisar. Este proceso puede llegar a eternizarse y acabar con la (poca) cordura que me queda. Sin duda, es la fase más peligrosa para la salud mental.
Fase 3: La de esto no se termina nunca.
Todavía falta redactar una buena sinopsis, de esas que obligue al lector a comprar el libro, y que resuma mis 356 páginas a un pequeñísimo párrafo (¡pero si eso es imposible!). También necesitaré una portada atrayente, y hay que buscar ideas, imágenes, colores... Por último no puede faltar la maquetación del manuscrito para poder subirlo a las plataformas. ¿Me dejo algo?
Fase 4: La del pánico.
La más terrible de todas, porque a estas alturas han pasado meses o incluso años. He cuidado de mi criatura como si fuese un hijo. Lo he mimado, lo he querido y lo he odiado. Y lo he parido. Ya está a la venta. Los lectores lo compran, lo leer, y... ¡opinan! La ansiedad es la reina de esta fase, hasta que no empiezan a llegar reseñas positivas no hay quien duerma.
Fácil y sencillo, ¿verdad?
A lo mejor después de leer esto ya no te parecen tan terribles las fases de la desescalada.
Y lo peor (quizá sea lo mejor) de todo, es que esto es un bucle adictivo, y cuando termino estoy deseando volver a empezar.